El conjuro


Hermosas deshoras
Mares peregrinos
Alma desnuda y florida
Campos de auroras
Labradores de sombras
Duermen y miran
Dueños de sueños
Caminantes de historias
Un águila reina
Muros antiguos
La primera lluvia
Espejos de la memoria
A los hombres en flor
Que lo ordenen el polvo y el viento
El ruiseñor y las simientes
Que nadie muera del último amor
Que nadie apague el fuego de su fuente.

El despertador

Donde está este amanecer de mayo
me quieren engañar en la aurora amor
cambiaron los salmos del gallo
por un estúpido despertador.

Las palabras del viento


Ahora que me detengo y miro
ya no veo las palabras del viento
con las que escribía mis madrigales
quizás vivan allá en el cielo
alejadas, con los pajarillos,
de esta cárcel de muros y cables.

Mi jardín soñado


Mi jardín soñado
No es de lirios y rosas
No es de magnolias y nardos
De jazmines o mimosas

Mi jardín soñado
No es de fuentes que brotan
De esculturas de mármol
Entre nenúfares y alondras

Mi jardín soñado
es de soles y de sombras
De ocasos y de auroras
De nuestra risa y nuestro llanto

Es de niños que se asoman
a un pequeño patio
Es de unos ojos que enamoran
Del sacrificio de tus manos

La calle más negra y al fondo la luna llena

Virgen y soledad cimera
Blasón de las soledades eternas
musa desnuda y fantasma
hada pálida, de cenicienta calavera
quimera adolescente y lejana
abre la garganta de tu ventana
al sol de todas las rameras.