No te rindas

Me gustan esas noches en que quieres cambiar el mundo,
y yo te digo que no puedes,
bajo esas lunas barrigudas,
y bajo esas otras tan delgadas,
heridas de necesidad,
me gustan esas noches dormidas en su montura
sobre un palafrén callado
de nombre quizás penumbra,
me gusta como callan sus canciones
y como cantan sus silencios,
me gusta no entender las notas de estrella
en el pentagrama del firmamento,
me gustan esos días en que quieres cambiar el mundo
porque parece que no tienes miedo
porque prefieres guerreros vencidos
que sumisos prisioneros,
me gustan esas noches largas
en que la incendaja no termina de prender
y los colores son viejos y cansados,
me gusta la sonrisa que nunca descansa
y el nombre que tienen las cosas,
y los rostros de escarcha y de carbón
me gustan los valles que tiran de las riendas a sus cimas
y el cielo cuando es de mar
y el fuego tibio de la amapola,
me gustan esas tardes en las que descansas de querer cambiar el mundo
porque entonces el mundo descansa en sus sillares
y nosostros en nuestros sillones
y afuera nada late.
Me gustan las cosas duraderas
porque han heredado el tiempo
me gustan las voces de los idiotas
porque no puedo escucharlas,
me gusta el presente de un verso
y su futuro que está en los libros
y su pasado que es del poeta.
Me gusta pensar que el alma no se estropea,
me gusta como suena el rabel
y como suena el amor en mi cama,
me gusta el vino porque pesa más que el aire
y la música porque pesa menos que el aire,
me gusta la filosofía de todos los días
y las matemáticas de fin de mes,
me gustan las catedrales que no he visto,
y los retablos que no se han pintado,
y las ciudades donde caben mil pueblos
y los pueblos donde cabe el aire de mil ciudades,
me gusta el político idiota al que nunca he votado
y esa carcajada que me provoca
porque piensa que el idiota soy yo,
me gustan las fotos antiguas de los padres de mis padres,
me gusta como caminan las mujeres
porque es como vuelan las aves,
me gustan las tormentas
porque así es como lloran los niños
antes del sol de su sonrisa,
me gusta mi nombre y me gustan todos los nombres,
me gusta como el sol muere sangrando en la batalla final de poniente,
con su yelmo de oro
y su espada deslumbrante,
me gusta el fondo del mar
porque pertenece a la oscuridad
y su piel
porque es la frontera del cielo,
me gusta cada segundo en que quieres cambiar el mundo,
porque la esperanza ya no es de piedra,
me gusta como el bosque va apagando el eco de una voz
y se lo bebe despacio como rocío,
me gusta como el viento se quita las botas para no hacer ruido
y levanta a las olas sus enaguas de puntillas blancas,
me gustan los candiles
porque hacen collares de luz de un solo rubí,
me gustan como arrastran sus cadenas los fantasmas de las nubes
por los torreones del castillo azul,
me gustan los muros que construyen los libros
porque son los ladrillos del mundo,
me gusta la eternidad pasajera
y la fugacidad eterna,
me gusta la osamenta de las sombras
porque es de aire,
me gustan los ríos de pájaros
y las bandadas de agua,
los bancos de hojas
y las enramadas de peces.
Me gustan los sueños en que quieres cambiar el mundo,
y yo te digo que no puedes
y amanece
despacio,
despacio.